miércoles, 30 de noviembre de 2011

La eterna resaca.

Fue como una visión apocalíptica, dantesca. El perro mordiéndose en su propio cuello, con las fauces de una, se arrancó la otra cabeza. La sangre, que brotaba de la herida a borbotones rojos, se diluía con la lluvia que traían los nubarrones del norte y del este. Por fin, Calíspigo, ya con una cabeza sola, miró hacia los nubarrones y ladró orgulloso de su victoria. En el lodo, donde el agua de la tormenta, la sangre de la cabeza caída y las babas del voraz apetito de Calíspigo se mezclaban, se revolcaban lozanas las ovejas, mientras balaban a coro el nombre del vencedor. No tendrán tiempo las ovejas de limpiarse el barro, la sangre y las babas, la vida con la muerte traerá una fútil limpieza, que no será más que la antesala de futuros barros. Da igual que mañana salgan a balar, a montar el circo: saldrán manchados. Da igual cuántas veces renieguen luego de la cabeza vencedora, estarán manchados. Da igual que intenten sanar la otra o que se alcen contra los demás perros y lobos, lo harán manchados. Pues no hay peor mancha que la que dejan las heridas, no hay peor herida que la que se hace uno a sí mismo.

sábado, 19 de noviembre de 2011

La hora del Circo.

Cuando ya va terminando la Atelana, en la que su misma cerviz se muerde Calíspigo, pavoneándose gallardo ante las ovejas al son que canta Muñón, no quería dejar que esta ocasión pasara. Llega el tiempo del circo señores, llega el tiempo de leñadores y peluqueros... ¿Y de qué servirá esta tragicomedia inmunda? De nada. ¿De qué sirvió allá de donde sopla el Euro? De nada. Mientras que sigan las ovejas prestándose de platillo principal para el banquete: aquí no pasará nada. El amo Muñón, sus perrazos-lobo y su fiel, pero tonto, Calíspigo seguirán la mar de contentos, jugando al juego las fichas, a base de cocido y asado de ovejas. ¡Qué hambre que tiene esta gente! ¡No se hartan! Pero ya no es asunto de ellos. ¿De verdad... pero de verdad aún creen las pobres ovejas que sirve de algo tanto balido? El circo del balido es tan tópico, que ya, hasta forma parte de las recetas de ese ovicidio que Calíspigo tanto goza. Tan asumido tiene que llega la hora de ese circo que ya, hasta lo anuncia en la orden del día. Sí, ovejitas, sí: el circo del balido es la función del bufón durante el banquete de los reyes. ¡Cómo se parte Muñón con vuestros balidos!

Otro gallo cantaría si a la hora del Circo a las ovejas le crecieran dientes y en vez de balidos hubiera ladridos y alguna que otra dentellada. ¿Pues qué papel tiene una ficha en el juego? Ser usada. ¿Qué esperanza? No jugar.

Que la hora del circo llega y cada vez seguimos más dispuestos a seguir dentro del juego de las fichas. Si no se cambia el juego, pobres ovejitas, seguiréis siendo meras fichas, seguiréis siendo el menú del día.