miércoles, 24 de agosto de 2011

Homo homini lupus.

Calíspigo es un perro de dos cabezas, o más bien de dos frentes: dos caras, mismo cuerpo y mismo seso. Es un buen perro: hace lo que le dicen los amos, divierte a los dueños de la casa, ladra y muerde al que molesta al amo y al final de su día se gana su hueso. Calíspigo sólo piensa en huesos y hará cualquier cosa para conseguirse uno. Huesos frescos para la merienda, a poder ser con algún arrebaño de carne; pero si se consigue la carne, mejor que mejor. ¿Qué no hará Calíspigo si ya le dan carne? Habría de cumplir la tarea por la que se puso ahí: proteger el rebaño, asustar a los lobos... pero Calíspigo es más perrito faldero. Faldero del señor terrateniente, faldero del amo del pueblo, que si pudiera sacarle a la gente una gota más de sangre, a gusto les enviaba él mismo los lobos. ¿Qué mayor anhelo para nuestro Calíspigo que poder servir a los amos junto a esos perrazos-lobo, con los que señorean los peces gordos su santa voluntad por todos lados? Así le pidan que, macho, se deje preñar por zorros; él lo hace... y ojo que alguna oveja chiste. Las ovejas no pueden hablar: las ovejas son borregos. Calíspigo manda y las ovejas obedecen, Calíspigo ordena y los borregos asienten. Pues la voluntad de Calíspigo es ley, la ley de los perrazos-lobo, la ley del cacique del pueblo.


viernes, 19 de agosto de 2011

Por el desierto bajo el sol.

Ahí está Teófilo, cretino y atolondrado. Olvidando que las fechas están fijadas en determinados días del año por algo, y que uno no puede llevar esos abrigos, ni pasear esos sayones en Agosto. ¡Pero si para lo único que ha servido el mito es para fijarnos un calendario!¿Que sea él el que lo desoiga de forma tan aberrante? Tanto esfuerzo de los adeptos del Chacal Capitolino tirados a la basura, años y años midiendo cómo encajar nuevos mitos y fechas para salirnos con estas.

Ahí van, él y sus amigos, bajo este sol de rigor creyéndose que cuanto menos estamos en Mayo. Pero qué vamos a esperar ya. Que se quiere creer a la cenicienta y al lobo, sea... pero ¿Maltratar así su cuerpo? Claro, que dirá que hay otros que lo maltratan a diario: libando a dioses del vino, aburridos con el humo del tabaco. Y razón no le faltaría desde luego. “Tooodos locos” hizo uno decir, a otro, que ahora se me antoja un sabio. Cuando el cerebro no funciona el cuerpo hace tonterías y la salud pública paga... como sea, ya sean perras, tiempo o ganas.

jueves, 18 de agosto de 2011

Panem et Circenses

Ya ha llegado el Caballo Negro de Teófilo para juntarse con su platillo favorito: el corderito temprano de pocas primaveras. Si es que el tonto más grande es el que no quiere ver. Pero habremos de hacer caso esta vez a los mitos y perdonarlos porque no saben qué hacen. Inducidos por la terrible fiebre de la sinrazón del desierto, ellos solos van mudos al matadero. Y es que la culpa de todas estas tonterías la tenemos todos: unos por vender susurros y cuentos chinos, otros por querer que los demás los creamos como si fueran verdades universales y otros simplemente por, a cuenta de panderetas y chirimollas, ir de jarana en jarana y tiro porque me toca. ¿Que hundiéndose el barco ahora se abre a gusto para que entre más agua? Lástima de capitán y de oficiales; pero lástima de los que pagaron el barco, los que lo fletaron y los que lo despidieron del puerto. Porque ¿a ver qué nos hemos pensado? Ahora venimos con reclamaciones; ahora. ¿Dónde estaba el grito? ¿Dónde estaba el cielo cuando todo parecía -ojo: parecía- ir bien? ¿Cuándo parecía que el dinero y los recursos los regalaban hasta debajo de las piedras? Sí, que ahora vengan éstos con fuegos de artificios es como que encima tengamos que poner la cama... pero es que no son sólo estos: son todos. La lástima es que si viniera otro con las mismas intenciones, pero vendiéndonos otro cuento, lo aceptaríamos felices y contentos. No es que no queramos pan y circo... esa es la lástima: es que no queremos ESTE pan y ESTE circo.