lunes, 12 de septiembre de 2011

Mermelada de ovejas.

Mientras la vida corría en jugosos banquetes de aire y perfume, mientras con gula prestada se consumían en voraz orgía las viandas del futuro; tímidos se oyeron los golpes del martillo sobre el yunque, el crepitar del fuego y sus llamas.

Ya nos perla la frente y entumece nuestra cerviz la despiadada cadena que los Amos desde hace mucho hierran para tener sujeto a Calíspigo, para que este someta a todas las ovejas bajo sus dúplices garras. Calíspigo enarbola su cadena como si de una tiara se tratara, y los demás, o ciegos o desesperados, o ahítos o carroñeros, o no pudieron o no quisieron hacer nada.

Y ahora, cuando el pan de ayer, ha traído el hambre de mañana, la cadena de Calíspigo tiene a todo el rebaño con una pata amarrada. Cojo todo el rebaño, toca jugar el porvenir a los dados, en un tablero donde a las ocas se las comieron los lobos, donde los puentes sepultaron al río con sus ladrillos de bicoca, donde el laberinto tiene paredes de papel de compra-venta y la muerte se extiende por los mercados de bagatelas y engañabobos.

¡Cómo agudiza el oído el ensordecedor rugido de un estómago soliviantado! ¡Qué clara la mente en esta mañana sin resaca! La claridad del día trae los resultados de los despropósitos de la noche; y ahora nos damos cuenta de que cuando bebían y comían despreocupadas haciéndose a si mismas, las ovejas estaban siendo engordadas como cerdos. Pues los tiempos van cambiando y con ellos las costumbres de todos. Con lo que cuesta, por qué perder tiempo cazando, si ellas vienen solas: es con la miel con la que se atraen las moscas, pues sea: hagamos miel a las ovejas, y hagamos miel con ellas después, pues es sólo con la miel de esta flor que se apacigua a los lobos y se convierte lo que debería ser un perro guardián en un perrito faldero. Y he aquí que ya ni siquiera hay ovejas, ya no quedan borregos, sólo hay miel, miel guardada en frascos, pesada, medida y etiquetada que se usa en el casino de los amos como ficha en el juego de los dados: de lobo a lobo y me lo zampo todo, de ladrillo a ladrillo y atropello a un pobrecillo.

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